Mal y tarde estoy cumpliendo la palabra que te di cuando jure escribirte una canción. Un Dios triste y envidioso nos castigó por trepar juntos al árbol y
atracarnos con la flor de la pasión, por probar aquel sabor. El agua apagó el fuego, y el ardor los años. Y cada vez más tu, y cada vez más yo,
sin rastro de nosotros. Ni inocentes, ni culpables.
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